LAURA LÓPEZ BALZA (Arenas de Iguña, Cantabria,1984)
Un bosque es fundamentalmente una compleja red de relaciones que se extiende en todas direcciones y a velocidades diversas. Desde las raíces de los árboles y de las plantas que lo constituyen hasta sus copas que buscan la luz que les vincula y condiciona. El bosque es acción. Y a través de la obra de Laura, a través de sus árboles, vamos a adentrarnos en él.
Arraigados firmemente por sus raíces, los árboles en su verticalidad nos convidan a mirar hacia lo alto como signos tangibles de la unión entre la tierra y el cielo. Desde tiempos ancestrales, para las diferentes culturas representan la regeneración cíclica y la evolución perenne de la energía vital en la naturaleza.
Laura utiliza en sus obras, un lenguaje fuera de las convenciones, plano, muy directo y sin artificios. El grado de ilusionismo es prácticamente cero, recuerda al arte de los niños, de ciertas culturas premodernas, a la pintura medieval o a la africana. Los temas que trata hablan de una vida sencilla en la que cabe la magia y que busca la alegría. Está ligada a la naturaleza y a un sentimiento de comunidad, fruto de su residencia en Senegal.
El proceso creativo de la artista tiene como punto de partida su experiencia personal y una extraordinaria sensibilidad para percibir el mundo y todo lo que lo puebla. “Pintar. Pintar para ver. Pintar para conocer y comprender. Pintar como registro de vivencias personales. Pintar como salida, más allá de la realidad misma. Mi obra narra mi propia experiencia vital, plasmada a través de un mundo interno compuesto de fábulas oníricas de la naturaleza y el paisaje, del medio rural o de lo cotidiano. Historias mínimas recordadas, imaginadas, vividas o idealizadas; que reflejan anhelos, preferencias, miedos; y buscan un sentido o un sinsentido, que en el fondo representa un ciclo –el de la vida y la muerte– y un canto a la joie de vivre. Es la búsqueda y el conocimiento del mundo, de mi realidad.
Tanto el color como la forma nacen de la emoción pura llevada al plano con una formidable libertad expresiva que huye del convencionalismo. Sus historias apelan al sentir de cada espectador y requieren toda su atención, pues están llenas de sutiles detalles que convierten cada obra en un dispositivo capaz de transformar a quien lo percibe a través de la experiencia estática.
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