Cuenta la leyenda que en el interior de la gruta vive una anjana, la cual sería la causante de que las aguas dejen de manar en la Fuentona.
La anjana es el hada buena en la mitología cántabra. Es la protectora de las gentes honradas, de los enamorados y de quienes se extravían en el bosque y caminos. Físicamente es pequeña, esbelta, con cabellos largos, túnica, sandalias y báculo. Suele habitar en el bosque, teniendo preferencia por las fuentes y los manantiales. En relación a la mágica cavidad donde nace el manantial de La Fuentona, el escritor Juan Sierra Pando nos lega el hermoso relato de la “Onjana y el Sevillano”:
“Rumiandu el dichu de la onjana Ilegó el sevillanu a Ruenti, y allegandu a Ruenti, jue y se alcordó de que siendu el entuvia mozueu, oyó conta que cuando la Juentona se seca, que lo jaz una u dos veces al añu, sin causa conocía de alma mortal, pa golver a manar pasau un ratucu con la mesma juerza que endeantes, salen de la cuevona unos comu sonius de moneas, y es que lus ternplarius están contandu los sus caudaliS . Filandu estu con el dichu de la onjana, dio en cavilar que alli debía haber tesoru, y cavilandu que alli había tesoru, dió en ise tos los días a la Juentona y allí s'estaba las horas muertas dendi que Dios amanecía hasta bien entra la nochi, aguardando la seca, que naide sabe cuandu va a venir, pa entrar en la cueva y salir de una vez de probe si tenía la suerte de dar con el tesoro”.
La leyenda de la Anjana de la Fuentona, nace a partir del misterio que envuelve al caudal esta gran “fuente intermitente”. Fruto del extraño comportamiento del caudal han surgido infinidad de historias y leyendas; algunas de ellas han sido recogidas por escritores como Manuel Llano (Mitos y Leyendas de Cantabria, 1934) y Juan Sierra Pando (relato “La Onjana y el Sevillano”, 1905).