Santuario de La Bien Aparecida
Santuario de la Patrona de Cantabria.
Guarda la imagen de la Virgen de reducidas dimensiones, es de las menores de españa.
Mirador sobre el Valle de Udalla.
La historia de la devoción mariana bajo la advocación de la Bien Aparecida se remonta a comienzos del siglo XVII, cuando en septiembre de 1605, la Virgen se apareció a unos niños pastores.
EL origen de la construcción del Santuario parece que tiene lugar a raíz de la reconstrucción de la antigua ermita de San Marcos en 1609, con el objetivo de dignificar un aposento a la Aparecida. En 1614 se levantó hospedería para acoger a los peregrinos que atraía la devoción. A lo largo del siglo XVII se sucedieron nuevas ampliaciones para, a principios del XVIII, finalizar las obras del Santuario.
El exterior del templo está formado por fuertes muros de mampostería, con firmes sillares en los contrafuertes y esquinas. La portada de acceso es sencilla, con airosa espadaña de tres huecos de campanas, rematada en frontón triangular.
La planta de la iglesia es de cruz latina, con una sola nave de tres tramos, con crucero señalado en planta y cabecera recta. Detrás del presbiterio se encuentra la sacristía-camarín de planta trapezoidal. Destaca en la cubierta el desarrollo de las bóvedas de crucería estrellada, con terceletes y combados.
El retablo mayor es una pieza barroca magnífica y monumental. Está enmarcado en guardapolvo, es dorado y presenta predela, un cuerpo, coronación y tres calles separadas por columnas salomónicas. Los retablos colaterales están compuestos de predela, dos cuerpos y tres calles, no diferenciándose del mayor a no ser en los casamentos principales. Todos los retablos fueron contratados en 1733 por el arquitecto Raimundo Vélez del Valle y por el escultor Tomás de Gargollo y Ortiz, que siguieron las trazas proporcionadas por Vicente Ortiz de Arnuero.
La imagen de la Bien Aparecida se expone en la calle central del retablo mayor. Se trata de una talla de reducidas dimensiones, sobre peana de estilo renacentista. En cuanto a su antigüedad, parece de finales del siglo XV o inicios del siglo XVI. También destacan en el interior del Santuario el órgano, del siglo XIX, y las pinturas de César Abín, representando la escena de la Aparición de la Virgen.
En 1905, a instancias del párroco del pueblo de Marrón y refrendado por unanimidad por toda la diócesis, la Virgen de la Bien Aparecida fue proclamada Patrona de la Montaña, siendo coronada canónicamente en 1955.