PUENTE VIESGO
La Capital del municipio, el centro de este paraiso natural.
Su origen se relaciona con la construcción de un puente para atravesar en este punto más estrecho y de sólidos cimientos rocosos el río Pas antes de su entrada en las hoces. A su lado se edificó una ermita, dedicada a San Miguel, en torno al siglo XII, dando lugar a un pequeño poblamiento que en los documentos medievales se recoge como La Puente de Viesgo.
Como la mayor parte de los habitantes de los pueblos de Cantabria, los vecinos eran libres y podían escoger señor en régimen de vasallaje (behetría), al que pagaban las cargas y los impuestos a cambio de protección.
En el Apeo de 1404, especie de catastro encargado por Don Fernando de Antequera, pretendiente de la Corona de Aragón, seguía siendo lugar de behetría, aunque en seguida muchos vecinos fueron hechos vasallos del Conde de Castañeda, por las concesiones hechos por algunos reyes de la Casa de Trastamara a la Casa de los Manrique de Lara.
Su economía se basaba en la agricultura de cereales y hortalizas, siendo más escasa la ganadería lanar y la pesca, casi siempre para el consumo familiar. La transformación de los cereales se hacía en molinos. En 1592 se cita el molino de la Fragua.
En 1646, en el barrio de Tremenal había un molino propiedad de los Gutiérrez de Ceballos, abuelos del arzobispo que construyó la ermita de Nuestra Señora de la Paz.
Hacia 1850 Puente Viesgo tenía 24 casas, además de la consistorial y una escuela de primeras letras. Habitaban 24 vecinos y un total de 96 almas. Existían dos fondas o paradores "bastante cómodos" y dos fuentes de buenas aguas.
La producción general era maíz, alubias, patatas, hortalizas y algunos pastos.
LAS PRESILLAS
una población pequeña en tamaño, pero grande en hospitalidad.
Según el Becerro de las Behetrías, catastro mandado realizar por Pedro I el Cruel, en 1352, el actual pueblo de Las Presillas estaba constituído por tres barrios: Montoto, Reviella y Las Presillas. El primero era del rey, otro de Ruy González de Castañeda y otro de encartación. Pagaban al rey servicios y monedas (martiniega). A los señores "dan cada año del solar de Ruy Gonzales por infurción (impuesto de acuerdo con los recursos de cada labrador) dos celemines de escanda a la medida de Cartes, lo otro del dicho lugar está por Gutier Díaz de Cevallos e danle cada labrador cada año que a monte un puerco por el de San Martín, tómales el señor por nuncio (impuesto cuando moría el dueño de la casa) un buey o una baca el que lo ha".
Medio siglo más tarde, en el Apeo de 1404, Las Presillas, que tenía tres solares de realengo y uno de Ruy González de Castañeda, ahora presenta cuatro solares trocados por el rey con el señoría de Castañeda. Se observa por tanto el inicio de la influencia de los Condes de Castañeda que no llegará a ser tan fuerte como en los demás pueblos del municipio por la pujanza de la Casa de los Ceballos.
Al menos desde el siglo XV había una ferrería propiedad de los Ceballos y cuatro molinos, dos en el arroyo del monte, uno en San Nicolás, con una rueda mancomunada. Quizás de la existencia de tantas presas pequeñas para hacer funcionar estos molinos y ferrería proceda el nombre del pueblo.
El modo de vida de sus habitantes sería similar al de los pueblos vecinos, con una economía de subsistencia basada en la agricultura tradicional de cereales y hortalizas, aunque también se cultivaba la vid, ya que existen noticias de que la Casa de los Ceballos el Neto, en 1589, comerciaba con vino.
Otra actividad peculiar de los vecinos de Las Presillas era la cerámica. Durante los siglos XVII y XVIII hubo alfareros que elaboraban y comerciaban una loza blanca para uso doméstico, conocida por Talavera del Pas: platos blancos del Pas, jarras, antamillas, jarros, fuentes, saleros...
También debieron ser importantes las ferias de ganado y mercados, que se ubicaban en la robleda de Rucarbos. Se vendían en tenderetes telas, cerámica, cintas y cosas venidas de fuera y quincallería.
En torno a 1850, Las Presillas tenía 80 casas ubicadas en los barrios de Abajo, Somasprilla, Tucial, San Benito, Rucarbos, Gancedo, La Helguera y Robía "distribuidos sin orden ni regularidad". Eran 76 vecinos, alrededor de 300 habitantes y había una escuela de primeras letras.
Las tierras, de mediana calidad eran fertilizadas por las aguas del arroyo San Benito y producían maíz, trigo, alubias, patatas, buena fruta y pastos. Existía así mismo "un palacio casi arruinado, propiedad de los Tagles y varias fuentes buenas y de abundante agua".
Los nombres de los parajes más representativos del pueblo son: San Benito, La Colar, La Capía, La Riaña, Rutín, Soito, Volante, la Jilguera, Los Remedios, La Brena, Rucarbos, Somasprilla, La Sierra, La Cruzada, Llosavía.
VARGAS
la encrucijada del camino que conduce hasta nosotros.
El lugar de Vargas ya aparece citado en los años 980 y 1022 en pergamino de la Abadía de Santillana del Mar, por la existencia en este lugar de molinos y pesquerías.
En el Becerro de la Behetrías (1352), redactado en tiempos de Pedro I, este lugar se considera de abadengo y se encontraba bajo la jurisdicción del abad de Santillana. Los naturales del lugar tenían que pagar al rey los derechos de martiniega (por San Martín y en el mes de marzo) y de fonsadera (redención en dinero para evitar el servicio militar). Al señor pagan por cada solar (en especie) y el nuncio (una cabeza de ganado cuando moría el jefe de la casa).
En el Apeo de Fernando de Antequera, en 1404, este pueblo seguía siendo de behetría.
Pero la mayor parte de su territorio debió pasar a pertenecer al Condado de Castañeda, por el señorío otorgado por Alfonso XI al infante don Tello y consolidado con don García Fernández Manrique, primer conde de Castañeda. por concesión real de Juan II en 1429, hasta un número de 800 vasallos.
La descendencia de los Condes de Castañeda, y por tanto su señorío jurisdiccional sobre estos lugares finalizó al morir el duque de Medina Sidonia en 1779, ocasión que aprovecharon los pueblos para solicitar su reversión a la Corona.
Ya se citan molinos en una escritura del año 980 y otra de 1022, en el Cartulario de la Abadía de Santillana.
En 1654 se cita un molino "derrotado" en el lugar de Entrambasaguas.
En 1752 había dos molinos junto al Pas, mancomunados con el Concejo y arrendados.
A mediados del siglo XIX existía un taller de platería trabajando en Vargas, en donde se compró un cáliz para la iglesia de Las Presillas.
En 1645 ya había un estanco de tabaco en Vargas.
También existía un mesón propiedad del Concejo a mediados del siglo XVIII, citado en el Catastro de Ensenada, y era propiedad del Concejo.
Existió una barca para atravesar el río y aún se recuerda el lugar, como "el paso de la barca".
En el llamado "puente de Vargas" se desarrolló el famoso episodio de las guerras de los carlistas e isabelinos en 1833, denominado la "acción de Vargas", en la que el capitán isabelino Guajardo sorprendió y puso en fuga a los carlistas del coronel Ibarrola que se aprestaban para tomar Santander.
Era llamado también "puente de Carandía".
El Diccionario de Madoz nos informa de que hacia 1850 tenía 65 casas en el barrio del Acebal y 31 en el de Llano, "la mayor parte de regular comodidad", en las que vivían 66 vecinos, 325 almas.
En el barrio de Llano existían dos casas- palacios de piedra de sillería con dos arcos cada una en la portada. Una construida en 1638 y reedificada en 1708 y la otra en 1798. (quizás se refiera al barrio del Acebal).
Las siete fuentes se denominaban así: Reina, Fría, Riomayor, Herrán, Rosa, Salud y Monasterio.
Un molino harinero de dos ruedas, en las aguas del río Paz (Pas). Todavía se cultivaba algo de trigo y de lino, pero insuficiente, comprándose los productos necesarios en el mercado de Torrelavega.
Había una cantera de piedra-loza, utilizada para construir los edificios.
Algunos vecinos se dedicaban a acarrear harina de Castilla hacia Santander y se importaban vinos de Rioja y aguardiente catalán.
La feria del Angel se celebraba los tres primeros días de marzo, concedida por real orden en 1838, para ganado vacuno y caballar.