Diferentes excavaciones arqueológicas han puesto de manifiesto el origen cuaternario de los primeros asentamientos de este municipio de la comarca oriental de Cantabria. Así lo demuestra la cueva de Cobrantes, en la localidad de San Miguel de Aras. El yacimiento está ubicado en el barrio de Caburrao y contiene arte rupestre en diversos grabados del Magdaleniense. No menos significativas son las cuevas de Chora y Otero, en San Pantaleón de Aras y Secadura, respectivamente.
En Voto encontramos además múltiples ejemplos arquitectónicos de variados estilos artísticos. Como muestra, el palacio de Ruiz de la Escalera (XVIII), barroco-montañés, o la iglesia renacentista de Santiago (XVI), ambos en Bádames. En la iglesia parroquial de Secadura destaca una «lauda sepulcral» del siglo XV, un monumental sagrario de piedra del siglo XVII y un extraordinario retablo mientras que en San Miguel de Aras se alza el santuario de Nuestra Señora de los Palacios (siglo XVI).
La ría de Treto se adentra por todo el municipio y dota de gran belleza a su paisaje.
Bádames es la capital del municipio de Voto. Sus tierras y cultivos son de gran fertilidad gracias a la influencia del valle del Asón, rico en ecosistemas y recursos narurales. Su núcleo urbano, dominado por un extraordinario paisaje de ría, constituye su elemento visual más significativo. Bádames posee una interesantísima arquitectura popular, así como notables muestras de casonas y palacios escudados, entre los que destaca el palacio de Ruiz de la Escalera, del siglo XVIII (actual cuartel de guardia civil).
San Miguel de Aras es la antigua Junta de Voto (actualmente municipio de Voto), enclavada al fondo de la ría de Treto (entre las rías de Rada y de Limpias), cuyos humedales se incorporan a la Reserva Natural de las Marismas de Santoña.
San Miguel de Aras esconde, muy próximo a su centro urbano, la cueva de Cobrantes, con grabados rupestres y otras representaciones prehistóricas.
Aquí desarrollaron intensamente su arte los más importantes canteros de Trasmiera. Su aportación fue muy valiosa tanto en la arquitectura civil como en la religiosa. La iglesia parroquial y el palacio de los Cerecedo-Alvear, con escudo (XVIII), son buenas muestras.
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